LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

EL MUNDO DE CRISTINA - Andrew Wyeth - (de Eduardo Chirinos; Ramón Cote Bariabar; María Victoria Atencia)



Nota:
He aquí un pintor y tres poetas; un solo cuadro, pero tres distintas voces, tres poemas, tres versiones, tres maravillosas "Ekprhasis" de una misma fascinante pintura. Espero que os guste.

Santiago Elso Torralba



























EL MUNDO DE CHRISTINA   ( de Eduardo Chirinos)


Seguramente recuerdan la pintura.
Un paisaje rural pintado sobriamente,
en el borde superior una colina separa
el verde amarillento del azul atardecer;
a la izquierda el granero (hay cuervos
sobrevolando el granero), a la derecha
la lenta casa inalcanzable. Y Christina,
apoyada en la hierba, con su falda
rosa, el pelo ligeramente despeinado.
Así la dejó el pintor. Arrastrándose
en el aire, los brazos delgadísimos,
de espaldas a nosotros. La que yo
conocí tenía pelo negro, y era hermosa.
Una muchacha brillante y divertida,
ajena a la parálisis, al oscuro dominio
del miedo y la tristeza. ¿Qué sabemos
nosotros del mundo de Christina?
Un día se fue sin decir nada.
Tenía el pelo ligeramente despeinado.
Era otoño. Hacía un poco de viento.


                  *       *       *
 
EL MUNDO DE CRISTINA   (de Ramón Cote Baraibar)

Es poco lo que sabemos de ti: que tu provincia se reduce a una casa de madera y a un granero situados en lo alto de una colina, que en los veranos tienes por costumbre contemplarlos a tres pájaros de distancia, apoyando tus brazos sobre la tierra como un templo al que se le hubieran torcido las columnas de los extremos, que allí , entre los tallos de trigo, no te visitan ángeles sino cientos de saltamontes, que tienes polio y que te llamas Cristina.

Si estos datos parecen suficientes, entonces por qué nos equivocamos durante tantos años creyendo que el día en que nos dejaras ver el color de tus ojos revelaríamos tu misterio, en lugar de pensar que las contadas cosas que miras detenidamente leventando la cabeza como una corza en la colina, te bastan de sobra para vivir.


                  *     *      *



EL MUNDO DE CRISTINA   (de María Victoria Atencia)


                                                                            
                       Tuve también su edad, y tendida en la hierba
supe de un sol a plomo sobre el verde agostado,
de un ardiente silencio en el que me envolvía,
y de una brisa súbita –yerta quizá- de aviso,
hiriéndome las sienes.
                                                             Tuve su edad. Me he vuelto
descompuesta sin duda, sobre mí,
para mirar mi casa alzada en la ladera
–la polilla royendo mi enagua en los armarios-
sin que siquiera a un ramo de glicinias pudiese
detraerle una gota de su zumo.
                                                                                        Me he vuelto,
confundido mi nombre, para salvar mi casa,
aunque siga en un cuadro donde tan sólo espero
que irán a dar razón de mi nuca los ánsares.